Imagina el siguiente escenario:

Sabes que un niño está jugando en la calle.
·        Sabes que quien se está acercando a él es un peligroso pederasta y asesino.
·        Sabes a dónde pretende llevarse al niño.
·        Sabes lo que quiere hacerle.
·       Tienes la posibilidad de evitarlo.

Ahora dime, por favor, si se te ocurre un caso, sólo uno, en el que sería ético no evitarlo y mirar para otro lado.

A mí, desde luego, no se me ocurre ninguno.

Al amigo invisible de ahí arriba al que algunos llaman Dios se le ocurren muchos todos los días.
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Dedicado a todos los canallas que repiten como loros “Dios te ama”. Sinceramente, prefiero que me ignore y no me ame. Ya me defenderé yo solo.